Ander cumple su promesa y debutará en el maratón

Una promesa a la Virgen llevará a Ander Pérez (Sangüesa, Navarra, 1987) a la meta del Maratón Valencia Trinidad Alfonso EDP. «Empecé a correr tiempo atrás, siempre he estado vinculado al deporte, soy preparador físico y entrenador personal. Hace tres años di un paso más y comencé a inscribirme a pruebas. Hace meses pasamos una época complicada y fui a la Virgen y le hice algunas peticiones, prometí que si se cumplían haría el maratón. Y aquí estoy», relata este atleta afincado en Valencia desde hace seis años.

Apenas quedan unas jornadas para la gran cita del día 2 de diciembre, donde se pondrá por primera vez detrás de la línea de salida: «He bajado a la calle a animar varias ediciones y es increíble. Sentía mucha envidia de la gente que participaba. Este año estaré yo y mi objetivo es disfrutar cada kilómetro y terminarla», comenta Ander, quien, aunque sin presión, se ha marcado un tiempo de alrededor de 3 horas y media. «He estado entrenando solo excepto dos tiradas largas que me he juntado con otras personas, pero creo que iré a mi ritmo ese día viendo las sensaciones que voy teniendo en carrera», explica este atleta popular, quien también ha recibido consejos de algunos amigos con experiencia en los 42.195 metros: «Me dicen que tenga la cabeza fría y que no me deje llevar por la emoción de la propia carrera porque luego se paga y sobre todo que disfrute de cada kilómetro».

Ander espera el maratón con la tranquilidad de haber realizado un correcto entrenamiento: «Estoy viviendo con muchos nervios estos días pero también con muchas ganas porque el trabajo ya está hecho, ahora hay que disfrutar del fruto de lo duros que han últimos meses de entrenamiento». En este proceso, el preparador se ha visto sorprendido por la «gran adaptación» que ha tenido su cuerpo al volumen alto de sesiones y a las intensidades. En su memoria, hasta que de su primera zancada el próximo día 2, ya quedan sesiones como la del pasado domingo: «Cuando estábamos haciendo la tirada larga llovía mucho. Íbamos por la zona de la Malvarrosa y Patacona. A la vuelta íbamos a un ritmo más alto y entre la lluvia y la fatiga no vimos que la profundidad de las balsas que se habían producido y el agua nos cubría por la rodilla», afirma.

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