40 años de Maratón Valencia
Cuarenta años han dado para mucho. Desde el origen, cuando era un maratón que estorbaba y había que mandar a los corredores hacia El Saler por una carretera solitaria a través de la Albufera, hasta el presente esplendoroso, elevado, por censo, marcas y capacidad organizativa, a la élite mundial, ya solo por detrás de los ‘majors’. Un trayecto largo y lleno de altibajos donde nunca escaseó la pasión por una prueba y una distancia míticas.
El Maratón Popular de Valencia, como se denominó al principio, nació poco después de que Miguel Pellicer y su mujer, Angelita Carrascosa, fundaran la Sociedad Deportiva Correcaminos, en 1979, en el bar Danubio. Ya habían comenzado a funcionar los maratones de Barcelona, Madrid y San Sebastián. También, aunque no con carácter popular, el de Fuengirola -más adelante, de los Pacos-. Valencia estrenó el suyo el 29 de marzo de 1981, el mismo día que el de Londres.
Aquello fue una aventura, casi una osadía, pues los organizadores se pusieron el dorsal y salieron a correr, como si la prueba no necesitase más atenciones. Teodoro Pérez Tomé, que era atleta del Valencia CF, y Nuria de Miguel, que llegó a ganar en tres ocasiones, fueron los primeros clasificados en una carrera todavía muy experimental, con casi tantos menores como mujeres (siete) alcanzando la meta.
Al año siguiente la cita se adelantó al mes de febrero, donde se mantuvo hasta 2010, cuando se decidió pasarla al otoño. A partir de la segunda edición todo fue mucho más serio. El despreocupado comité organizador del estreno mutó en un grupo de apasionados que Toni Lastra, el líder espiritual de Correcaminos, bautizó como el ‘clan de los expertos’.
La salida y la meta estaban en la Alameda. Ahí se mantuvieron durante doce años y muchos aficionados a la carrera a pie aún hoy lo recuerdan cuando pasan por esta arteria de Valencia.
Todo se fue mejorando, como la imagen de la carrera que incluía la palabra maratón con la segunda A formada por una barraca. El segundo año se mantuvo el recorrido cruzando la Albufera a través de la carretera solitaria que les conducía, de ida y de vuelta, hasta la Marjal y El Saler. Y se sumó el Campeonato de España de veteranos. Y al año siguiente, también de veteranas.
En la cuarta edición, Vicente Antón Pastrana logró una plusmarca para la historia. El leonés cruzó la meta en 2h14.01, un récord que nadie fue capaz de superar en diecisiete años. Ese año se incorporó una incipiente Feria del Corredor.
El Maratón Popular de Valencia iba creciendo poco a poco y en 1986 se integró en la AIMS, la Asociación Internacional de Maratones y Carreras de Ruta, y, tras la muerte de Paco Gómez Trénor, presidente de Correcaminos, la prueba añadió la denominación de Memorial Paco Gómez-Trenor.
La octava edición fue trascendental. Valencia fue elegida para organizar el Campeonato de España de Maratón y aquello fue el espaldarazo definitivo para que el Ayuntamiento permitiera, un año después, que la carrera discurriera por dentro de la ciudad. Alfonso Abellán se proclamó campeón nacional y, a pesar del vendaval que sopló aquel día, logró la marca mínima (2:14.42) para los Juegos Olímpicos de Seúl. La medalla de plata fue para el castellonense José Luis Adsuara. Aunque Abellán no figura en el palmarés de la carrera porque en 1988 la clasificación del campeonato de España se disgregaba de la del Maratón Popular y por eso figura como vencedor el finlandés Hannu Mäkirinta, pese a que fue más de cuatro minutos más lento (2:19.05)
El circuito urbano fue una conquista que llevó nueve años. Y así se celebró. Aunque aún quedaban muchos avances por lograr. Porque el maratón de 1989 fue caótico debido a la amenaza constante del tráfico rodado y el ganador, el polaco Miroslaw Dzienisk, casi fue atropellado durante la carrera.
Uno de los años más recordados es 1991. La carrera se desarrolló bajo un fuerte diluvio, un contratiempo que no achicó a Elisenda Pucurrull, que logró su tercer triunfo consecutivo, algo que no se ha repetido, con su mejor registro en Valencia (2:43.14).
Un año después la organización decidió que el Estadi del Turia, en el viejo cauce, era el mejor lugar para acoger la llegada. Allí, sobre el tartán azul, se produjo la victoria de la valenciana Mónica Pont, quien, en 1993 ya sí, se proclamó campeona de España y del Maratón Popular de Valencia.
En aquella época los organizadores se devanaban los sesos para dejar de ser una carrera de segunda fila. Y de aquel interés por distinguirse de otros maratones españoles, Correcaminos decidió incorporar el maratón compensado, una modalidad que permitía salir primero a mujeres y veteranos, aplicando una especie de hándicap, que les concedía una oportunidad real de ser los ganadores absolutos. La fórmula no tuvo buena acogida ni en 1995 ni en 1996, y en 1997 se volvió al sistema tradicional de salida conjunta, donde se impuso un corredor muy querido, Eduardo Alcaina.
Pasaban los años y nadie podía con el viejo récord de Antón Pastrana. Hasta que en 2001 un keniano llamado John Njoroge Miaka era más rápido que su compatriota Samuel Tangus y cruzaba la meta en 2:13.46. Njoroge regresó al año siguiente para defender su corona y, aunque volvió a correr más rápido (2:13.36), esta vez claudicó ante Tangus, que fue segundo en 2001, primero en 2002 y nuevamente ganador en 2003. La edición de 2002 fue brillante. Tangus rebajó el récord hasta 2:13.05 y María Abel logró el triunfo con una marca que aún hoy sería sobresaliente: 2:28.08.
Aquellos éxitos comenzaron a tener su reflejo en el censo de la carrera. En 2010, en la trigésima edición, el maratón se disputó por última vez en febrero. La despedida fue a lo grande, con el keniano David Njagi colocando al Maratón de Valencia por primera vez por debajo de las dos horas y diez minutos (2:09.45).
La mejoría de marcas y número de corredores atrajo a nuevos patrocinadores que ayudaron a encumbrar la carrera y en 2013 el ganador, el keniano Felix Kipkemoi, ya se impuso con un tiempo de 2:07.14. El ascenso de Paco Borao, presidente de Correcaminos, a la jefatura de la AIMS y la entrada, en 2012, de la Fundación Trinidad Alfonso para gobernar la carrera junto a los sabios de Correcaminos permitieron que el Maratón comenzara un despegue que nadie atisba a ponerle fin.
La última década comenzó con más de cinco mil corredores cruzando la meta; en 2014 la cifra ya superó los 10.000; en 2016, los 15.000; y en la última edición, en 2019, se traspasó la frontera de los 20.000 (21.233 exactamente, el actual tope), ya muy por encima del resto de maratones en España.
Valencia puede presumir hoy de que su carrera, el Maratón Valencia Trinidad Alfonso EDP, agota 30.000 dorsales diez meses antes de la carrera y que el techo de la distancia está cada vez más cerca gracias a las plusmarcas de los etíopes Kinde Atanaw Alayew (2:03.51) y Roza Dereje (2:18.30).