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Historias 42,195K: Un doble debut con los valores del deporte por bandera

7 noviembre, 2019

Recuerdo una familia que me gritó: ‘¡Ánimo que ya lo tienes Víctor!’. En ese momento me giré extrañado hacia ellos pensando que me conocían hasta que al segundo caí que habían leído mi nombre en el dorsal». Víctor Romero (Valencia, 1991) corrió por primera vez 21.097 metros el pasado domingo en el Medio Maratón Valencia Trinidad Alfonso EDP. «La realidad superó las expectativas» que tenía este joven periodista que decidió empezar a correr «de manera continuada» después de cubrir la carrera para el medio de comunicación en el que trabajaba: «Durante las dos semanas anteriores a la disputa de la prueba, jugaba a visualizar cada momento. Sin embargo, ese mismo domingo me di cuenta que todo resultó aún mejor de cómo lo había imaginado. Parte de culpa la tiene la gente», explica.

HIstoria 42,195K - Víctor Romero

El próximo 1 de diciembre se pondrá en la linea de salida del Maratón Valencia Trinidad Alfonso EDP. Otro debut en el que espera volver a dejarse sorprender por la carrera que busca la etiqueta platino de la IAAF y por su capacidad. Tiene claro que tendrán que estar a punto sus piernas pero también su cabeza: «Para mí, es lo más parecido a tumbarme en un diván como si estuviese en la consulta de un psicoanalista. El objetivo de esta prueba es saber sufrir, madurar el sufrimiento y ser capaz de controlarlo y transformarlo en inputs positivos que hagan que tus piernas sigan en movimiento. Lo importante no es que las piernas aguanten, sino que la cabeza sea capaz de canalizar el sufrimiento sin que se funda a negro y acabes tirando la toalla».

Pese a sólo haber participado en un medio maratón, Víctor ya ha vivido una de esas situaciones que confirman los valores de la carrera a pie: «A 500 metros de la meta, cuando llega el momento de disfrutar, entrar con la cabeza alta y saber que uno ha conseguido la proeza que tanto buscaba. Vi a mi izquierda a una chica fatigada, con la cara desencajada. Quería que disfrutara tanto o más de lo que yo estaba haciéndolo así que decidí acompañarla mientras trataba de alentarla con gritos de ánimo. Ella no decía nada pero intuí con su mirada que agradecía el gesto. Entramos juntos a meta. Compartir la experiencia con ella fue doblemente gratificante», concluye.

Esta historia ha sido publicada previamente en el diario Las Provincias

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